sábado, 19 de abril de 2014

SECUELAS Y DAÑO TRANSGENERACIONAL



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El segmento de nuestra sociedad compuesto por los hijos de aquellos hombres y mujeres 
que no salieron del país, que estuvieron en prisión por tiempos prolongados,
que fueron exonerados de sus puestos de trabajo
por razones políticas, o que debieron permanecer en sus puestos
sufriendo discriminación y persecución debido a su participación o
adhesión al gobierno legítimo del presidente Salvador Allende.


Aquellos jóvenes que estuvieron inmersos en una sociedad nocapitalista,
como lo son los casos de los hijos que permanecieron en
hogares en Cuba , Nicaragua, en el ámbito de los países del campo
socialista en Europa Oriental, o en Asia (Vietnam), Argelia y
Mozambique en África.


Estos menores vivieron experiencias distintas, específicas y menos
conocida en las investigaciones de ciencias sociales de situaciones de
exilio o diasporicas.

Los hijos e hijas de personas que fueron detenidas y cuyo paradero se
desconoce hasta la fecha, así como de quienes fueron ejecutados, y
del mismo modo los hijos de militantes que vivieron largos períodos de
clandestinidad que imposibilitaban una normal convivencia familiar,
son aquellos, a quienes más allá de sus ideologías, credo, genero o
generación, lugar de nacimiento, pertenencia étnica o partidaria,

han sufrido una traumatización y retraumatización durante 40 años.

La memoria oculta que la sociedad no percibe, que permanece invisibilizada
para la Memoria e Historia oficial y por distintos factores no ha permeado
 la conciencia social  ha tenido y tiene consecuencias que comprometen la forma de vida
de los descendientes de quienes sufrieron las violaciones a ls derechos humanos
a partir del golpe de estado de 1973.

SECUELAS Y DAÑO TRANSGENERACIONAL

A 40 AÑOS del Golpe de Estado las secuelas físicas, psíquicas y sociales que se evidencian en  los hijos,hijas ,nietos hermanos  y sobrinos de la generación que protagonizó la resistencia a la dictadura cívico militar y que vivieron las situaciones de represión por parte de los agentes de Estado en sus personas, en sus familias y en sus cercanos
a partir del día 11 de septiembre de 1973 se han cronificado y en muchos casos se están  manifestando en distintas y graves formas: dolores crónicos, trastornos de personalidad, patologías psiquiatricas, suicidios, intentos de suicidio, adicciones y abusos de sustancias psicotrópicas y alcohol, y se evidencia una alta incidencia de fracasos en los estudios superiores, así como conflictos intrafamiliares y en la constitución de familia y relaciones de pareja. Uniones endogámicas entre hijos y familiares de los afectados, donde se multiplican los efectos del daño y se crean ghetos en los cuales  a menudo no tienen cabida personas ajenas al mundo de estos sectores.

Se observan conflictos con quienes se integran a las familias en roles de padrastros y madrastras, los que configuran figuras sustitutas no siempre aceptadas por los descendientes, aunque podemos detectar los casos opuestos, de una total aceptación de las nuevas parejas de sus padres- lo que facilita la inserción de los hijos en familias reconstituidas.Se observa esta positiva actitud cuando los padrastros y madrastas pertenecen a este mundo de personas que buscan,defienden y participan en la lucha por la verdad y justicia en los casos de violaciones a los derechos humanos.

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