viernes, 30 de mayo de 2014

Transgeneracionalidad del Trauma Psicosocial: Imágenes de la Detención de Presos Políticosde la Dictadura Militar Chilena Reconstruidas por los Nietos

Transgeneracionalidad del Trauma Psicosocial:

Imágenes de la Detención de Presos Políticosde la Dictadura Militar Chilena

Reconstruidas por los Nietos

Transgenerational Psychosocial Trauma: Images of the
Detention of Political Prisoners in the Chilean
Military Dictatorship Reconstructed by the
Victims’ Grandchildren
Ximena Faúndez Jean-Luc Brackelaire
Pontificia Universidad Católica de Chile Université catholique de Louvain
Marcela Cornejo
Pontificia Universidad Católica de Chile

Se analiza el fenómeno de la transgeneracionalidad del trauma psicosocial provocado por la
violencia política de la dictadura chilena de Augusto Pinochet, a partir de narraciones que
construyen nietos de ex presos políticos. Participaron 14 jóvenes con un promedio de 21,4
años de edad de las regiones Metropolitana y de La Araucanía. Se utilizó el relato de vida
como técnica de producción de información. Se realizó un análisis narrativo basado en los
aportes interdisciplinarios provenientes de la teoría de la interpretación y teorías narrativas.
Los participantes mostraron un alto grado de conocimiento respecto de la historia de
prisión política y tortura de sus abuelos, lo que se refleja en que integran en sus narraciones
parámetros temporales y espaciales que permiten una reconstrucción de dicha experiencia.
Entre los contenidos narrados, destaca la descripción de la imagen construida por los nietos
en torno a la escena de detención de sus abuelos, la que emerge en el relato, imaginada y
reconstruida por los nietos, como un elemento articulador de sus narraciones en torno al
trauma psicosocial.

Palabras clave: transgeneracionalidad, trauma psicosocial, imagen

Esta investigación corresponde a la Tesis Doctoral de la primera autora y contó con financiamiento de
la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile y del Museo de la Memoria y los
Derechos Humanos de Chile.

La correspondencia relativa a este artículo debe ser dirigida a Ximena Faúndez Abarca, Escuela de
Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile, Avda. Vicuña Mackenna 4860, Macul, Santiago, Chile.
E-mail: xlfaunde@uc.cl

Copyright 2013 by Psykhe
ISSN 0717-0297
www.psykhe.cl
PSYKHE
2013, Vol. 22, 2, 83-95
doi:10.7764/psykhe.22.2.563


FAÚNDEZ, B 84 RACKELAIRE Y CORNEJO

El día 11 de Septiembre de 1973 las Fuerzas Armadas chilenas con el apoyo de los
grupos de poder económico dieron un golpe de Estado contra el gobierno de Salvador
Allende. Mediante el decreto ley Nº 5 del 12 de Septiembre, declararon estado de guerra,
iniciándose una dictadura militar que gobernó el país por 17 años. La Junta de Gobierno,
tras asumir el poder, fijó sus propias atribuciones mediante la concentración de los
poderes del Estado y la suspensión de las garantías individuales (Comisión Nacional de
Verdad y Reconciliación, 1991).
Torturas, secuestros, desapariciones, ejecuciones, exilios, relegaciones, amedrentamientos
y allanamientos masivos formaron parte de la política represiva de la
dictadura. Esta política estuvo acompañada de múltiples métodos de ocultamiento y
silenciamiento de lo ocurrido con las víctimas; las autoridades negaban sistemáticamente
los hechos o entregaban información falsa a las familias de los detenidos. En el
país operó una fuerte censura a la prensa y a otros medios de comunicación. A nivel internacional,
el gobierno negó los abusos y entregó versiones falsas ante los organismos
de derechos humanos (Lira & Castillo, 1991).
Tras el término de la dictadura, el Estado de Chile reconoció formalmente su responsabilidad
por la muerte de 3.197 personas, de las cuales 1.102 se encontraban desaparecidas
(Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, 1991), y por 38.254 casos de
privación de libertad y tortura ocurridos por razones políticas durante la dictadura.
Este último número solo representa los casos calificados de quienes han declarado ante
la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura (CNPPT, 2004) y la Comisión
Asesora Presidencial para la Calificación de Detenidos Desaparecidos, Ejecutados
Políticos y Víctimas de Prisión Política y Tortura (2011). Post-dictadura se mantiene la
estructura política, social y económica heredada, lo que ha dificultado la posibilidad de
acceder a la verdad y entregar reconocimiento a las víctimas. Pese a algunos avances en
justicia, aún se está lejos de la resolución de todos los casos de violaciones a los derechos
humanos.
La práctica sistemática de torturas tuvo consecuencias devastadoras sobre los
afectados, sus familiares, las organizaciones políticas y la sociedad. La tortura, mediante
ataques de naturaleza física y psíquica, intentaba principalmente la destrucción de
la identidad política y psicológica de los sujetos (Weinstein, Lira & Rojas, 1987). El
carácter traumático de estas prácticas hace que sus consecuencias se prolonguen en la
vida de los individuos y de sus familias mucho más allá del fin de la tortura misma y
tengan relación directa con los procesos sociales de reparación, verdad y justicia.
Estudios realizados en diversas partes del mundo con víctimas de violencia política y
sus familias (Danieli, 1998) dan cuenta de que los traumas psicosociales no solo afectan
a las víctimas directas y sus familias, sino que tienen consecuencias sobre varias
generaciones de descendientes. En Chile, a partir de su experiencia psicoterapéutica con
hijos de víctimas de violencia política, Becker y Díaz (1998), Faúndez, Estrada, Balogi
y Hering (1991) y Díaz (1991) señalan que el trauma de los padres se incorpora en un
tipo de dinámica relacional que dificulta el proceso de individuación y formación de la
identidad de los hijos. Estos se ven confrontados con una serie de mandatos, expectativas
y legados que impactan directamente en la realización de sus proyectos de vida.
A nivel internacional, existen estudios de transgeneracionalidad del trauma con
tercera generación (Bender, 2004; Chaitin, 2000; Miñarro & Morandi, 2009; Rosenthal,
1998). Estos estudios coinciden en señalar que tanto hijos como nietos de personas que
habían sufrido un trauma significativo se encontraban afectados por las experiencias
negativas de la primera generación. En Chile no existen estudios con terceras
generaciones; sin embargo, en la actualidad es posible sostener la existencia de un gran
número de nietos de víctimas de violencia política cuyas vidas se encuentran marcadas por
la experiencia del trauma psicosocial (Faúndez & Cornejo, 2010).


En este artículo se presenta y discute parte de los resultados de una investigación
desarrollada recientemente que buscó explorar y describir el fenómeno de la transgeneracionalidad
del trauma psicosocial en nietos de ex presos políticos (en adelante ExPP).
Las preguntas que guiaron el estudio fueron las siguientes: ¿qué narran los nietos de
ExPP chilenos respecto de la experiencia de prisión política y tortura (en adelante PPT)
sufrida por sus abuelos?, ¿cómo se ha transmitido esta experiencia?, ¿quiénes transmiten
y a través de qué medios?, ¿qué efectos tiene esta experiencia en sus vidas? y ¿cuáles son
los significados que los nietos construyen en torno a la PPT? En el presente artículo se
analiza la forma específica en que la historia familiar de PPT es narrada e integrada por
los nietos en sus historias de vida.
Tortura Como Trauma Psicosocial
De acuerdo al informe de la CNPPT (2004), un 94% de los ExPP calificados por esta
señaló haber sido víctima de tortura. Según este informe, la mayoría de los declarantes
consideraba que la prisión y la tortura habían tenido efectos devastadores en sus vidas.
A los trastornos de su salud física y mental se sumaba la perturbación de sus relaciones
sociales, afectivas y sexuales, que llegó a deteriorar a menudo los vínculos con sus
familiares y sus parejas, causando, en muchos casos, rupturas insalvables.
Jean Améry (1966/2010) plantea que la condición de vulnerabilidad de las víctimas
frente a la tortura provoca, desde el primer golpe del torturador, el aniquilamiento
existencial de quien lo recibe. El primer golpe quiebra la confianza en el mundo: el otro,
con quien el yo está físicamente en el mundo y con quien es posible contar mientras no
transgreda la frontera que representa la superficie de la piel, con el golpe, impone su
propia corporalidad. Améry (1966/2010), afirma que la esperanza de recibir ayuda forma
parte de las experiencias fundamentales del ser humano. La esperanza de ayuda exterior
es un elemento constitutivo del psiquismo. En casi todas las situaciones de la vida el dolor
y la herida física van de la mano de una ayuda externa: la primera es compensada por la
segunda. Pero, tras el primer golpe del torturador, señala Améry (1966/2010), contra el
cual no hay medio de defensa, ya que nada ni nadie lo detendrá, una parte de la vida se
apaga para no encenderse nunca más.
En consistencia con lo que plantea Améry (1966/2010), el Informe de la CNPPT señala
que la experiencia de tortura sufrida por los ExPP en Chile afectó profundamente su
confianza en los otros seres humanos y en las instituciones. De esta manera se puntualiza
que “el retraimiento defensivo y el aislamiento llevaron a muchas personas afectadas a un
empobrecimiento creciente de sus relaciones familiares y sociales” (CNPPT, 2004, p. 506).
De igual forma, Lira y Castillo (1991) plantean que, además de las marcas en el cuerpo y
su impacto psicológico, la vida de los ExPP se ve afectada por la destrucción de los vínculos
con otros seres humanos; de esta manera, tanto la propia identidad como la relación con el
otro quedan desestructuradas.
Frente a la complejidad de las consecuencias de la tortura, se hace evidente la insuficiencia
de las categorías diagnósticas de síndromes psiquiátricos relativos al trauma para
dar cuenta de la problemática de las víctimas de violencia política. Esto llevó a teóricos y
profesionales del área psicosocial a reemplazar las categorías clínicas por nuevos conceptos
que integraran el contexto social generador del trauma. Entre las propuestas desarrolladas,
destaca el concepto de trauma psicosocial propuesto por Martín-Baró (1989), el cual
genera un marco conceptual adecuado para abordar los problemas psicológicos y sociales
que se derivan de determinados contextos socio-históricos. Martín-Baró (1989) propone
tres aspectos definitorios del trauma psicosocial: su carácter dialéctico, la necesidad de
identificar las causas sociales que lo sustentan y el hecho de que la presencia de eventos
traumáticos siempre afecta las relaciones sociales y su mantenimiento a través del
tiempo. El autor enfatiza el origen social del trauma y la mantención de este por diversas


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